domingo, 16 de junio de 2013

Reglamento

Reglamento y 
Filosofía Arbitral


Según el Lic Alejandro AmiconI, (Director General de la Escuela Argentina de Árbitros de Basquetbol) la FIBA sostiene sobre Filosofía del Arbitraje, que es, "aquello que apunta de cerca sobre la manera de sentir y pensar el arbitraje moderno; manera que tiene como consecuencia algo observable como las actitudes antes, durante y luego de los partidos".-

Y en este sentido creemos que dichas actitudes se trabajan o se forman en base a un conjunto de "valores arbitrales" que son observables durante la disputa de cualquier partido. 

El articulo que a continuación transcribimos apunta en esos dos sentidos. Primero en como se construyen esos valores desde la formación arbitral,  que desde la Escuela de Árbitros de mInibasquet hacemos hincapié. Y en segundo lugar, la manera que tenemos de pensar el basquet formativo desde el colectivo arbitral. 

Asimismo hemos resaltado los párrafos que nos han parecido mas significativos a la lectura. 

Andres Alvarez / Dante Laveneziana
Colegio de Árbitros de Basquet 
Mar del Plata


"El árbitro de baloncesto, un educador en valores"

Msc. Luis Orlando Herrera Jiménez                                            Dr. C. María Justiz Guerra


Fuente: EFDeportes.com Revista Digital, Buenos Aires
             Año 15, Nº 151, Diciembre de 2010


Resumen

(…) En la formación de valores es vital el papel el arbitro de Baloncesto como dirigente del proceso educativo a partir de su ejemplaridad en su modo de actuación y competencia, integrando en su accionar en el juego, para qué enseñar (objetivos), qué enseñar (contenido) y cómo enseñar (métodos). El autor considera que del mismo modo que en el juego se materializan los elementos antes señalados y se aprovechan las potencialidades de los contenidos para la labor formativa, en la labor de los árbitros de Baloncesto se evidencia el papel educativo a través de un aprendizaje participativo, creativo, y vivencial.
          
Palabras clave: Árbitros. Baloncesto. Formación. Educación en valores. Consistencia. Cooperación.

Introducción

    Hoy en la formación integral del joven atleta existe una trilogía in separable familia, entrenador y arbitro, trataremos de destacar las bondades que nos brindan los árbitros en la formación en valores por su modo de actuación como educador de las nuevas generaciones. Es inconcebible que la actividad arbitral como parte insustituible de la actividad deportiva haya experimentado una cierta mejora en los ámbitos deportivos y sociales, aunque probablemente todavía se encuentra a un rango inferior de consideración social respecto a otros colectivos deportivos como puedan ser los jugadores, entrenadores o directivos. En cierta manera, este hecho viene dado por la actividad intrínseca del arbitraje: juzgar, decidir. Esas decisiones significan también sancionar y por tanto, dotadas como suelen estarlo por elementos subjetivos compuestos por el propio conocimiento de las reglas de juego.

    Esto explica que, en una sociedad extremadamente competitiva que, generalmente, premia la victoria, el éxito, la posesión de dinero por encima de otros valores como la participación, la colaboración para lograr mejor calidad de vida y recreación sana para practicantes y espectadores, la figura arbitral sirva de fácil excusa a la hora de justificar los propios errores. He aquí, en cierta manera, parte de la grandeza del árbitro: debe desarrollar una labor de juicio que en ocasiones resulta insuficiente en la labor educativa sin perder el equilibrio que le permita sobreponerse a esas influencias interna y externas que propicia el juego de baloncesto.

   En resumidas cuentas, el objetivo fundamental de un árbitro en cualquier deporte es ejercer y mantener el control del partido por medio de la aplicación práctica del sentido de justicia incluido en las reglas de juego. No así el árbitro en nuestra sociedad que como pedagogo atiende de forma priorizada la formación de los atletas y ciudadanos, pero en este proceso se ocupa no solamente de proporcionar valores en el cumplimiento del reglamento del juego en la interpretación de la filosofía ventaja -desventaja.

  (…) Objetivos formativos o educativos en el deporte y en especial en los árbitros esta dirigido a lograr transformaciones trascendentes en al personalidad los atletas en la medida que atienda el aspecto motivacional-afectivo como base del proceso de educación en valores reflejando el encargo social de la actividad especifica que posibilite construir y transmitir su cultura integral general.

  (…) El arte de arbitrar depende grandemente de variantes humana, es bueno o malo, de acuerdo al grado al cual cada individuo tenga combinaciones favorables de estas variantes, junto con un entendimiento inteligente de la aplicación de las reglas. Aquí hablaremos de las cualidades personales más importantes que a la vez son los factores que ayudarán a proveer al potencial de su presencia. “La relación entre árbitro y jugador” y “Buenas relaciones públicas”, si se desarrollan y aplican con arte. Las siguientes cualidades se enlistan en el orden de su importancia y en orden inverso del control que tiene el individuo sobre cada cualidad.
    Una relación personal que crea amistad y confianza no es antagonismo, es esencial para un control satisfactorio del juego. Se observa una relación armoniosa entre jugadores y árbitros sin saber exactamente como nació. Algunos árbitros lo han logrado por tácticas estrictas al empezar el juego, otros por medio de una actitud severa y firme, pero a la vez cortés y amable, y aún otros, por medio de un acercamiento cálido, placentero. Otros han llegado con un acercamiento autoritario, mientras que otros han sido más humildes y a la vez sinceros. Algunos han introducido temor en el corazón de los jugadores, pero con eso se han ganado su respeto.
    
   Aquí nuevamente debe decirse, que los acercamientos correctos y adecuados deben encajar en la ocasión. Es decir del árbitro y su inteligencia, descubrir en cada juego cómo debe acercarse a los jugadores e influir de manera que el juego se lleve de acuerdo con las reglas que él tiene la obligación de hacer respetar. Algunos árbitros han utilizado un acercamiento correcto y adecuado que debe encajar en la ocasión. También cada individuo debe seguir el método que mejor le encaje en su propia personalidad.
    
    El árbitro que a través de la influencia de su presencia hace que los jugadores eviten las violaciones de las reglas, ha logrado perfecta relación con el juego. Su influencia se siente, pero el no se nota. Probablemente no haya una simple regla o características personales, las cuales cada oficial debe tener para lograr el acercamiento hacia esta relación. Ni tampoco es necesario que haya un patrón fijo. Así mismo, no hay dos juegos o situaciones iguales.
    
    El árbitro por alguna combinación de características y a través de algún patrón que puede variar de juego a juego, crea una influencia que hace que los jugadores eviten la infracción de las reglas. Se establecen la confianza y la cooperación de alguna manera, los jugadores parecen darse cuenta que hay alguien que está cumpliendo con su trabajo, que está en el lugar correcto, en el momento correcto, que es justo, que es consciente, que entiende y siente el significado de cada situación. (…)
   
  Consistencia 
Es la virtud más grande que un árbitro puede poseer. Si la decisión y ejecución de un árbitro son las mismas bajo las mismas o similares circunstancias, los jugadores pueden ajustar su juego al que está señalando el árbitro. Podrán sorprenderse y confundirse momentáneamente, pero cuando descubran que el árbitro sigue en sus procedimientos, pueden reorganizar su tipo de juego y continuar la contienda con confianza. Por el contrario, si el árbitro está fluctuando sus métodos y decisiones, desbarata el juego o nivel de un equipo y mantendrá a los jugadores nerviosos o molestos emocionalmente por lo que su efectividad se pierde completamente.

   Cooperación
La habilidad para hacer equipos con otros, (el otro y/o los otros árbitros, los oficiales de la mesa de control) es absolutamente esencial para desarrollar bien el juego, el árbitro debe tener absoluta confianza con sus compañeros y en las tareas previas al inicio del partido, debe ser cortés con ellos y ser claro al dar sus disposiciones. Cada uno debe tener fe en el otro y debe existir la mayor de las armonías. Cada uno debe agradecer el apoyo o ayuda del otro. Deben comprender que no siempre están en la posición más ventajosa para ver la acción, aunque estén más cerca. Debe haber un espíritu de mutualidad y trabajo en equipo para lograr una efectiva administración del juego. Una sonrisa, una seña discreta para nuestro colaborador siempre será bien vista y los demás oficiales comprenderán que estamos atentos a cualquier indicación. Al finalizar el encuentro una cordial y sincera felicitación por la ayuda que nos brindaron

  Los valores ayudan a concentrarse
 Cuando un árbitro tiene en su trabajo los valores bien arraizado siente confianza, su mente se halla libre para concentrarse en la tarea en cuestión, mientras que, cuando no la tienen, tiende a preocuparse sobre lo bien o lo mal que lo está haciendo o por la aprobación o desaprobación de los demás. La obsesión por evitar los errores debilita la concentración, y hace que el árbitro distraiga más fácilmente su atención.

  Los valores influyen en el establecimiento de objetivos
Los árbitros que tienen una preparación en valores tienden a establecer objetivos estimulantes y a esforzarse intensamente por alcanzarlos. Los árbitros que carecen en una preparación en valores tienden a la inclinación a fijar objetivos fáciles y a no emplearse a fondo hasta el límite.

   Los valores activa emociones positivas
Cuando un árbitro fomenta en su accionar los valores se siente seguro de sí mismo, es más probable que se mantenga tranquilo y relajado en condiciones de presión, estado mental y corporal que le permite ser más enérgico y asertivo cuando el resultado de la competición está todavía en juego.

  Los valores
Que no están arrizados afecta la confianza en el ímpetu psicológico. Los valores en árbitros se refieren a los cambios de ímpetu como determinante y decisivo de su actuación. La capacidad de demostrar la formación en valores produce ímpetus positivos o de intervenir los negativos supone una ventaja importante. Los árbitros con un nivel elevado de destreza arbitral (intuición del juego, determinación de una infracción, correcta posición en la cancha en función del juego, etc.) son más capaces de remontar la adversidad que sus homólogos menos cualificados. Y parece que los valores es un ingrediente fundamental de este proceso. Los árbitros que tienen arrizado los valores demuestran confianza en sí mismos y en sus capacidades adoptan la actitud de "nunca ceder", ya que abordan las situaciones difíciles como si fueran desafíos y reaccionan ante ellas con una resolución mucho mayor.

 Hay muchos factores que reflejan la confianza de un árbitro y los cuales ganan la confianza de los jugadores, entrenadores, directivos, medios de comunicación y espectadores, probablemente la característica más ofensiva es la manera en la cual se comporta al llevar a sus labores. Un movimiento que denota seguridad, aún con cierto grado de presunción cuando no llega al punto que cause resentimientos, trasmite un sentimiento de confianza a otros.
    Una acción decisiva que no sea apresurada, pero sin elementos de titubeo, es altamente deseada. No deja dudas en la mente de otras reflejas posibilidades, la cual tiene aceptación. El uso del silbato es de suma importancia, hay que saberlo usar porque es un reflejo de nuestro coraje, y con un sonido fuerte en determinadas jugadas, le estamos haciendo notar al jugador que estamos inconformes con su modo de proceder, el jugador lo siente y os evita tomar medidas más severas. (…)

    Los valores que no están arrizado afecta a las estrategias del juego. En ocasiones, los árbitros hablan de "arbitrar para acertar", o de "arbitrar para no fallar". Estas frases resultan familiares, pero dan lugar a estilos de arbitraje muy diferentes. Los árbitros seguros de los valores arrizados en sí mismos tienden a arbitrar para acertar; normalmente, no tienen miedo de correr riesgos y asumen el control de la competición. Cuando los árbitros no tienen arrizados los valores pierden la confianza, arbitran para no fallar: son indecisos y tratan de no cometer errores. Por ejemplo cuando un árbitro de baloncesto con confianza en sus los valores sí mismo salga a la pista, intentará hacer cosas positivas, como controlar el juego, pitar con decisión o comunicarse con su compañero. Un árbitro menos seguro de sí mismo tratará de evitar errores, como dudar en jugadas comprometidas, fallar en la decisión tomada o tener una incorrecta posición en la cancha en función del juego; se sentirá satisfecho con no complicar las cosas y menos implicado que el primero en lograr que el equipo arbitral lleve a cabo una actuación positiva.(...)